Creo oportuno comentar la situación y asumir las responsabilidades que como actuales gestores del urbanismo local tocan, por la situación en que ha estado durante tiempo y aún se encuentra este cruce.
Lo cierto es que el pavimento que en su día se eligió, para el paso rodado, ha presentado siempre un mal comportamiento con el tránsito de vehículos pesados. Ese tema de proseguir, habrá que analizarlo en profundidad y tomar las decisiones que sean oportunas. Con las obras de la concatedral el asunto se agravó y en reuniones con estos constructores, se nos solicitó que no les hiciéramos reponer las baldosas periódicamente, pues estaríamos en la misma mientras durasen las obras y pasasen vehículos muy pesados, como era el caso. Se planteó por técnicos al equipo de gobierno dar una solución provisional aplicando mortero pobre en los huecos de las baldosas dañadas, pero se desechó esta opción por una razón estética, porque no aseguraba que otras baldosas siguieran rompiendo y porque la reposición del nuevo material acabadas las obras, sería mucho más largo y costoso. Las obras de la concatedral finalizaron y esa zona ha quedado resuelta y hoy no presenta problemas. Queda pendiente el cruce que da título a este artículo. Ahí, el promotor del edificio nuevo en esa esquina, el mismo que urbanizó la zona, tiene la obligación de reponer el material dañado y de urbanizar el hueco existente. El proyecto de urbanización está presentado, aprobado y en cuanto llegue el contenedor soterrado en los próximos días, se procederá a aportar las tierras con vehículos pesados y acabar esa urbanización.
Creemos que deberíamos haber estado más ágiles para solventar este tema antes y aunque cualquier solución mientras durasen las obras y no se urbanizase el cruce, era demasiado provisional y seguramente cuestionable, siempre se puede hacer más y lo deberíamos haber hecho. Por ello disculpas
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