José Luís Rodríguez Zapatero ha abandonado ya definitivamente la socialdemocracia y para la salida a esta crisis económica que está afectando sobretodo a los que menos se han beneficiado de los más de catorce años de espectacular crecimiento económico, ha propuesto endeudarse, pero no para hacer cosas que mejoren socialmente el país, si no para inyectar dinero a quien más se ha jactado los últimos años de los espectaculares beneficios que han obtenido, los bancos. En nuestra opinión, si los bancos o sus dirigentes han llevado a sus compañías y al modelo económico a un callejón de difícil salida, hay responsabilidades políticas por permitirlo, pero hay y no puede ser de otra manera, responsabilidades judiciales que deben ser exigidas. No parece que vayan por ahí los tiros. En segundo lugar, si se decide nacionalizar bancos con nuestros impuestos. ¿Qué apostamos a que una vez salvada la situación económica, se vuelven a privatizar para que los beneficios se los queden los de siempre en lugar del Estado? En fin, aquello de privatizar los beneficios y socializar las grandes pérdidas. Nada nuevo en este país.
Para nosotros es el momento de aplicar políticas que defiendan los intereses de las familias obreras y de la mayoría social. Es el momento de endeudarse incrementando la aportación a Ayuntamientos y el gasto social. Es hora de formar trabajadores en nuevas áreas productivas, de la jornada laboral de 35 horas, de penalizar las horas extras, de aplicar medidas que penalicen los consumos suntuarios de energía y beneficien los básicos, de controlar los márgenes comerciales de los productos agropecuarios, de hacer viviendas protegidas en alquiler, de gravar los grandes beneficios, de aumentar los impuestos directos a quien más tiene y bajar los indirectos que pagamos todos igual en el consumo, de luchar contra la economía sumergida, de limitar salarios a grandes ejecutivos o de crear un banco de apoyo a las PYMES y familias. Es el momento sin duda de más izquierda y más Estado, el resto, más de lo mismo.
1 comentario:
¡Bien dicho, Miguel!
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