Vivimos tiempos muy difíciles, tiempos en los que la mal llamada crisis, que en esencia es una fase del sistema capitalista que consiste en reducir a menos manos la acumulación de riqueza y en desmantelar el Estado como elemento de contrapoder y prestador de servicios públicos, está llevando a la sociedad a un considerable empobrecimiento y a una elevada pérdida de derechos. Aragón no es oasis en medio del desierto y así lo dicen los datos. Aumento del índice de pobreza, de desempleo, de calidad en el empleo, de desahucios, de destrucción de la pequeña y mediana empresa, de pérdida de recursos naturales, de menor poder adquisitivo familiar, de calidad en la alimentación o de privatización de servicios públicos. Ante esta situación y ante la ilegitimidad de las políticas aplicadas por nuestros sucesivos gobiernos, políticas ilegítimas nacidas, no de los programas electorales refrendados por la soberanía popular, sino de las imposiciones del capital, la sociedad debe reaccionar para hacer que los ciudadanos seamos el centro de la acción política. Una nueva propuesta en la que apostemos clara y nítidamente por un desarrollo sostenible, que no sostenido, y por recuperar y avanzar en los derechos perdidos. Un Aragón europeo, donde los ciudadanos dejemos de ser los corderos a manos de los mercados, para ser el pastor de los mismos. Sólo así seremos dueños de nuestro futuro y tendremos el Aragón que necesitamos.
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